viernes, 11 de mayo de 2012

A la calle!!! 12M15M


Resulta desagradablemente insultante cómo estamos sometidos a los poderes fácticos que gobiernan nuestras vidas, el uso que dejamos que hagan de ellas y el abuso que ellos dirigen. Sin ir más lejos, la mayoría de nosotras, las jóvenes, nos levantamos y no tenemos que ir a trabajar. ¿Nos han despedido? No, bueno, ya no creo que se pueda hablar en esos términos.
 Mi profesión es la de profesora, aunque prácticamente da igual a lo que te dediques si tienes menos de 30 años. ¿Tengo estabilidad laboral, y por lo tanto ingresos estables? No. ¿Tengo gastos estables? Sí, todos. ¿Cómo sobrevivir? Nuestra facultad de autogobierno y emancipación está sometida a los intereses del mercado.
Me centro en el ámbito laboral, por tirar de uno de los miles de hilos a los que estamos sometidos, para intentar mostrar esas relaciones de poder que apuntaba más arriba. Nuestras vidas transcurren entre diferentes empresas, que nos dan horas de trabajo a la semana en función de su demanda ¿Y la nuestra, nuestra demanda? ¿Sabéis lo importante que es para un profesor tener estabilidad laboral para poder formarse, investigar y desarrollarse profesionalmente? ¿Y comer? La reforma laboral no es más que la expresión de una premeditada relación que canaliza y favorece, desmesurada e interesadamente, al sector más salvaje de la economía: el libre-mercado, materializado en la empresa. Las facilidades para el despido aumentan. La flexibilidad geográfica y horaria se dilata hasta el punto de no permitir que los individuos tengamos estabilidad personal fuera de nuestros trabajos. No podemos proyectarnos a largo plazo y no digamos ya si pensamos independizarnos. La precariedad es entonces cuando más agresiva se vuelve.  Sin lugar a dudas, esto es una guerra, no al estilo tradicional, sino al estilo capitalista, esto es, financiera, pero los efectos son los mismos, la destrucción de la población. En las guerras convencionales la población moría relativamente rápido, ahora el dolor se hipoteca hasta nuestra vejez, ¡es mucho más rentable!
La reforma laboral se torna tan destructiva que los efectos que ella produce se pueden percibir, como los de un terremoto, en todos los ámbitos. Resulta que si no tenemos garantizado el trabajo, no podemos alquilar una vivienda, por tanto no podemos independizarnos, por tanto no podemos desarrollarnos y esta cadena de efectos llega en uno de sus múltiples eslabones a hacer que yo esté aquí y ahora, escribiendo esto, resignada, sin trabajo, sin proyectos a largo plazo (sueños sí que tengo, pero los sueños, sueños son), frustrada y con una losa de impotencia inaguantable.
 Desde las grandes empresa-medios hasta los tribunales de justicia, hemos establecido un sistema de dominación fluctuante y capaz de absorber cualquier intento de desobediencia para relanzarlo al ámbito social “depurado” o “excluido y marcado”. Depurar es fácil, un contrato de trabajo, una hipoteca concedida, una letra de un coche… y ya tienes algo que perder, aunque en la mayoría de nuestros casos lo que perdemos es mierda, no sé por qué nos agarramos a ella con tanta fuerza… así nos pasa, que estamos de mierda hasta el cuello. La exclusión es la de siempre: paro, miseria, marginación y encarcelamiento. Sin lugar a dudas, la sutil red de dominación ha sido creada bajo nuestra atónita mirada y bajo nuestra responsabilidad, la de todas. Hemos mirado hacia otro lado cuando teníamos que habernos implicado. Ahora, hoy, sin embargo, nadie es inocente, el sistema se asienta sobre nuestros actos más cotidianos y desde ahí es desde donde tenemos que revolucionar. Cada acto concreto, individual puede desencadenar efectos que contagien al resto, a tus amigas, vecinas, profesoras… Desde los gestos aparentemente más insignificantes, como hablar de política en el supermercado o el comunitarismo que experimentas con tus compañeras de piso, hasta las más firmes y leales relaciones que experimentamos con nuestras compañeras de trabajo.
Por todo ello, estas letras tienen que servir, al menos, para tres reflexiones y sus consecutivas acciones: analiza críticamente tu situación y desvélate las relaciones que definen tu posición actual (trabajo, familia, paro, banco…). Transforma todas las relaciones que estén en tus manos, y para las relaciones que te sobrepasen…, únete, busca y encuentra gente como tú, ¡¡organizaos!! Por último, piensa sobre todo lo anterior y sal a la calle este 12 de Mayo, recupera el espacio usurpado por los intereses financieros de una minoría y gobernemos nuestras vidas, de una vez por todas, para todas.                                                                          
Digna Hurtada, miembra del Comité Spinozista. Baila, baila, baila!!!

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