miércoles, 9 de mayo de 2012

Del 12-M al 15-M las calles son nuestras.






Del 12-M al 15-M las calles son nuestras.

Una breve exhortación spinozista a la perturbación del Orden durante las jornadas de mayo.



            Parece que fue ayer, y a la vez hace mucho tiempo, pero la verdad es que ha pasado ya un año desde aquél gran gesto de rebeldía que conmocionó las mentes y los cuerpos de todos nosotros. No es la primera vez, sin embargo, que esto sucede. Rosa Parks se negó en 1955 a ceder a las ignominiosas prácticas segregacionistas del gobierno de EEUU, no aceptando ceder su lugar en el autobús a un hombre blanco que la ordenaba sentarse en la parte de atrás, reservada para los negros. Fue encarcelada acusada de perturbar el orden, pero desde entonces el orden mismo dejó de ser imperturbable. Esta primera perturbación dio lugar a otras consecutivas que se expandieron como las ondas de un estanque en todas direcciones, sin dejar de barrer ningún espacio. Pronto la protesta aislada de Rosa Parks se convirtió en lucha por los derechos civiles de los negros, y el viejo orden segregacionista tuvo que ceder ante la contundencia de ésta marea desatada.  Tariq Tayyib Mohammed Bouazizi, joven tunecino de 26 años, padre de la revolución tunecina, se suicidó quemando su cuerpo en protesta por la crisis económica y el trato recibido por parte de la policía. Este solitario acto de desesperación prendió en los corazones de millones de jóvenes árabes que en los meses sucesivos protagonizarían uno de los mayores movimientos subversivos de la era reciente, acabando con la ley de la “dictadura obligada” para los países norteafricanos y de oriente próximo. No se puede decir que Rosa Parks acabase con todas las prácticas racistas de manera definitiva, ni que Mohammed destronase todas las dictaduras, políticas y económicas, que oprimen al “mundo árabe”. Sin embargo, tampoco puede obviarse que algo profundamente importante cambió y alteró el panorama político de manera definitiva. Aparte de los progresos en un sentido u otro, de las llamadas conquistas de “derechos”, el hecho es que estas experiencias demostraron que todo orden se sustenta frágilmente sobre el consentimiento de las masas adormecidas, y que un pequeño acto aparentemente impotente de sublevación puede desencadenar efectos inesperados que sobrepasan los límites coercitivos del orden existente, obligando a éste a redefinirse bajo un nuevo marco que trastoca la vieja correlación de fuerzas. Cuando las masas vibran por un sólo instante y hacen brillar su enorme poder aunque sólo sea en una pequeña dirección, hacia aquí o hacia allá, sus derechos aumentan correlativamente con su poder. También lo hace su conciencia, su orgullo, y su felicidad. La legalidad no es por tanto más que el fruto temporal y contingente de una correlación de fuerzas que puede verse alterada en cualquier momento.

            Ha pasado un año desde que unos cuantos individuos decidiesen tomar libremente las calles y las plazas de Madrid el 15 de mayo, unos pocos individuos que fueron detenidos, golpeados, y expulsados con violencia. El Orden no podía tolerar esa pequeña perturbación que negaba el derecho exclusivo de las empresas a ocupar a su antojo las plazas con siniestras plataformas publicitarias. No podía tolerar que las plazas y las calles sirviesen para algo más que para el tránsito de las mercancías, y el discurrir aislado y automatizado de solitarias muchedumbres consumistas. No podía tolerar que los espectadores de este espectáculo dantesco del mundo de la pasividad organizada por la economía se constituyesen en agentes activos de sus vidas y su destino. El mundo omnipresente de falsedad organizada por el Estado, la policía, los partidos, y los medios de masas, sólo quería espectadores, transeúntes aislados y obedientes que bajo ningún concepto osasen, ni siquiera por un instante, llegar a tocar el Gran Escaparte del Orden establecido. Entonces, como antaño ocurriese con Rose Parks o Mohammed, esa pequeña audacia arrojada al estanque sereno se fue paulatinamente convirtiendo en ondas concéntricas cada vez más grandes, más potentes, más osadas. La indignación prendió como una llama, y no sólo se reconquistó la plaza, sino que su ocupación se logró mantener durante unos meses y su energía pronto se expandió por diversas ciudades, diversas plazas, contagiando diversos movimientos de resistencia al capital, potentes mareas de desobediencia que incluso traspasaron las fronteras nacionales. La masa adormecida se convirtió en multitud rebelde y el Orden de nuevo tuvo que contemporizar con sus propios pies de barro.

            Ha pasado un año y algunos dicen que no ha pasado nada. El PP ganó aplastantemente las elecciones, llevando a cabo un programa de recortes sociales y políticos probablemente sin precedentes, por su agresividad, en la historia de la pseudo-democracia española. No ha pasado nada, y sin embargo el Poder parece muy preocupado por endurecer la represión de la protesta en la calle y la ocupación de las plazas. Más que nadie ellos saben que su poder se sostiene frágilmente sobre la calma de un lago que puede transformarse en maremoto. Es cierto, el 15-M no pudo detener el programa de reformas del PP y ni siquiera logró acabar con el capitalismo y su crisis sistémica. Pero lejos de no servir para nada, su poder de rebeldía constituyente puede percibirse en el ambiente, hasta tal punto que recibimos, un año después, esta primera gran onda expansiva que nos interpela para celebrar su aniversario. El aprendizaje de un año no ha sido en vano, volvemos a mayo, pero volvemos sabiendo más sobre cómo organizarnos, sobre quién es nuestro enemigo, y con un espíritu acrecentado. El Poder sabe que aquella primera piedra arrojada de rebeldía generó ondas peligrosas, y por eso prepara diques de represión para contener esta segunda ola del mayo rebelde. ¿No ha pasado nada?, más bien todo esta por pasar, todo está por comenzar. Tenemos ahora junto a nosotros, una gran potencia común que empieza a constituirse, que empieza a construirse un cuerpo y una mente colectivos a ciegas, torpemente, poco a poco, pero que tiene en las desproporcionadas y autoritarias medidas legislativas y policiales del gobierno el fiel reflejo de su enorme poder. Esta primera onda expansiva que llega, como agua de mayo, a nosotros, supone un enorme flujo de fuerza sobre el que apoyarnos para seguir construyendo la resistencia frente a los ataques de un capitalismo desesperado y agonizante. Quizás ésta sea una ocasión excepcional para salir de un panorama creciente de desmovilización y escepticismo político que lleva desde hace décadas destruyendo todos los tejidos de resistencia de la clase obrera. Pero no nos engañemos, el 15-M no es nada especial. Como el acto de Rosa Parks, o el de Mohammed Bouazizi, el 15-M está constituido por pequeños actos de desobediencia llevados a cabo por personas normales que no aspiran a transformar el mundo de la noche a la mañana ni a inventar la fórmula de las fórmulas mágicas de la política, pero que hacen lo necesario, lo inevitable, en una situación donde la obediencia se ha convertido en algo insoportable. El 15-M es trivial, pero a la vez sorprendente. Es como la desobediencia misma, desobediencia  que todo poder está obligado gestionar y que constituye la amenaza indoblegable de sus pesadillas constantes, pues marca el límite constitutivo de todo poder, su impotencia para devenir absoluto. Donde hay poder, siempre hay resistencia, decía Foucault, y la resistencia, sin ser nada nuevo ni excepcional, constituye paradójicamente la condición de posibilidad siempre presente de la novedad, una nueva vía abierta para la experimentación y modificación de las relaciones recíprocas que constituyen “lo común” de la vida de los hombres (y a esto hay que llamarle política). Es por ello que la potencia de la multitud libre, potencia de lo común o comunismo, siempre será una amenaza en toda sociedad que hará temblar, por los tiempos de los tiempos, la voz de nuestros gobernantes.   

1 comentario:

  1. Hola estoy muy contenta de encontrar este blog y participar en el, a parte de spizocista, tambien soy rusoonista y scciaquista, luego, poco mas me ha hecho falta para sobrevivir y entender un poco este mundo, se me olvidaba marx que sabia el capitalismo todo lo que yo no entendia, 15m me ha dado la sorpresa de mi vida y mucha felicidad, tambien me hacen felices los deportivos, los relojes tecnomarine, los motorola, los aticos con piscina y jakuzi, los viajes por el Tibet, pero, bueno puedo decir que el 15m me vale a falta de todo lo demas.

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