jueves, 28 de junio de 2012

Risas contra la crisis



Lo llaman crisis y, si lo dicen ellos, será verdad. Nosotros incluso iríamos más lejos: ojalá sea una auténtica crisis. Porque, no está de más recordarlo, el significado etimológico de "crisis" es "separación, distinción, cambio". Dicho de otro modo: ojalá esta situación actual por la que atraviesan los países europeos (y algunos no europeos) sea la oportunidad que muchos esperamos para que se produzca el cambio. el cambio de un sistema irracional, basado en la acumulación indecente de Capital a costa de la explotación de terceros, por otro más racional, justo y honesto.

Y como este cambio ha de ser cosa de todos, todos tenemos que ponernos a hacer cosas. Y en el IES Pablo Sarasate de Lodosa, amén de apoyar y participar en asambleas, huelgas, manifestaciones y etcéteras, se nos ocurrió grabar un video para reírnos de eso que llaman crisis. Reírnos, sí, porque tenemos claro que la risa no es sólo la manifestación más evidente de la alegría (el más importante de los afectos humanos) sino también un arma, una herramienta de lucha. De algún modo, vivimos todos en el famoso cuento del traje nuevo del emperador y muchos han señalado ya que el emperador está desnudo. Pero, en lugar de echarnos a reír, nos hemos puesto muy serios y seguimos manteniendo que va vestido, que quizá el traje ya no esté de moda ("está en crisis") pero que aun se puede salvar si todos ponemos de nuestra parte y contribuimos a que nuestro pobre emperador salga adelante.

Pues eso, que le eches un vistazo al video (que es cortito) y te rías, porque ése era nuestro objetivo. ¡Ah! y no esperes virguerías técnicas ni maravillas cinematográficas: al fin y al cabo, lo hemos rodado entre alumnos, conserjes y profesores en un par de horas durante una mañana de huelga. Podría haber salido mejor, pero nosotros ya nos hemos reído. Ahora te toca a ti.

viernes, 15 de junio de 2012

ReNegaDos

            Leemos en la página/blog de los Chikos del Maíz una respuesta al artículo que publicamos respecto a una cierta polémica generada en el ámbito internauta. Esta polémica versaba acerca de los modelos de lucha, de su validez, del carácter pequeñoburgués o no del 15M y sus métodos.

Para empezar, agradecemos la molestia que se ha tomado el autor en contestarnos, y en intentar aportar algo de racionalidad en un debate muy viciado.

        Pero creemos que hay varias cosas a las que es pertinente contestar. En primer lugar, no entendemos la manía del autor con “hacernos temblar”, o hacernos “comparecer ante la justicia popular.”. Creemos que el autor se mueve en una lógica de amigo/enemigo que muy poco tiene de marxista, y sí mucho de fascismo, en concreto de fascismo Nazi.

       Sus palabras no nos han hecho temblar. Lejos de “temblar”, agradecemos las reflexiones meditadas y respetuosas. Nos dejan, sin embargo, estupefactos algunos argumentos. Por eso contestamos aquí de nuevo, por las mismas razones que escribimos el anterior artículo.

        No nos preocupa que el Nega opine tal o cual cosa o se levante con el pie izquierdo y lance exabruptos por facebook. Nos preocupa la enorme tolerancia que reina entre ciertos sectores de izquierda hacia el exabrupto, el insulto, la humillación, la denigración, cuando se trata de “criticar” a compañeros de viaje en la lucha, a movimientos sociales que despiertan las simpatías de amplias capas de la población. Nos preocupa la lógica identitaria y sectaria que detrás de esto se esconde, nos preocupa que se identifique comunismo con esto precisamente.

            En segundo lugar, queremos hacer notar una trampa hábilmente ocultada a lo largo del texto. El artículo comienza reconociendo un error que luego no se atreve a admitir. Comienza pidiendo perdón por unas formas inapropiadas que durante el resto del artículo se pretenden hacer pasar por “meras críticas”. No, los insultos y las denigraciones no son meras críticas, son imposiciones externas, los razonamientos no. Lo primero es más propio de Intereconomía, lo segundo, esperamos, más propio de movimientos emancipatorios como el comunismo

            Por si no fuera poco, al insulto reconvertido en mera crítica se lo hace pasar por algo meritorio, algo gracias a lo cual (y a la lógica que lleva implícita) se consigue hacer virar el 15M hacia posiciones más radicales. Según el Nega, gracias a gente como él que “no se ha rendido frente a esa cultura amorfa” del 15M, la bandera republicana se ha normalizado hoy dentro de las movilizaciones del 15M.

            No estamos para nada de acuerdo con esto. Quizás el Nega se haya olvidado de que el 15M lleva funcionando un año entero. Que sus asambleas han seguido construyendo discurso, debatiendo. Probablemente el Nega no estuvo en las asambleas generales de los pasados días 12-15M, donde los compañeros de política a largo plazo expusieron el excelente trabajo que están realizando con vistas a demostrar la continuidad del régimen actual con el franquista. Aquí se trabajó verdaderamente por construir una subjetividad republicana, crítica con el actual régimen. Las pataletas porque la población no se reconoce espontáneamente en los símbolos que nos identifican no valen, ni valdrán, nunca, para nada. La conciencia de clase no es algo espontáneo, hay que construirla, hay que trabajar contra las corrientes de pensamiento dominante que espontáneamente nos dominan. La conciencia de clase es, en todo caso, efecto de las luchas, nunca su causa.

            Eso es hacer política, eso es actuar dentro del 15M, y bajo ningún concepto se puede equiparar este trabajo a exabruptos que externamente se dirigen al 15M en su totalidad en un vano intento de impugnarlo, ridiculizarlo, e incluso humillarlo. Pero como decimos no nos preocupa el exabrupto en sí, sino su lógica. La lógica de identificaciones que creó, los verdaderos efectos de ese comunicado convertido en público que circuló por las redes sociales. La nueva respuesta del Nega, sigue, aunque con mejor tono (lo cual agradecemos), en esta misma lógica.

            Finalizamos ya. Uno no es comunista porque se autodenomine así. Un comunista forma parte de la multitud (o de las masas, si se prefiere) y de sus luchas
           El comunismo no se identifica con un partido, con unos líderes, con una ortodoxia; se identifica con la potencia de las masas y sus esfuerzos de liberación. Pretender esencializar este concepto y convertirlo en atributo de tales o cuales personas, de tal o cual partido, de tal o cual tradición o líder, es robárselo al proletariado, que es al único al que pertenece. Y por proletariado entendemos no una forma concreta del mismo, como pueda ser el obrero fordista, o el obrero parcial de la manufactura, sino cualquier forma bajo la que se presente la multitud expropiada y privada del libre acceso a los comunes productivos. Hoy, el proletariado no es sólo ni principalmente el proletariado fabril, sino un proletariado difuso cuya actividad productiva cubre el conjunto de la vida social. No entender esto ha asegurado a la izquierda el largo período de derrotas, de pasividad y de tristeza que hemos conocido y que sólo ahora empezamos a superar.

        Pero sabemos bien a qué obedece la lógica desde la que se pretende fustigarnos. Obedece a la ideología heredada del viejo bloque soviético en su etapa de involución contrarrevolucionaria, el stalinismo. Como dice Marx, puede que el Nega y los que piensan como él no lo sepan, pero lo hacen. Heredan un concepto de comunismo que fue el resultado de su expropiación a las masas, para pasar a convertirse en patrimonio de un aparato, de unos dirigentes, de una burocracia. Pertenece a una lógica bajo la cual, todos lo que se opusiesen a esos mecanismos de poder, eran declarados fácilmente “enemigos”, según la más pura lógica fascista Schmittiana. 
           
          No te preocupes Nega, no temblamos. El día improbable en que tú y los tuyos toméis el poder y decidáis mandar a todos los universitarios al GULAG, como parece deducirse de la tesis VIII de tu comunicado, sabremos que “la vieja mierda” de que hablan Marx y Engels en la Ideología Alemana habrá vuelto, y no nos quedará otra cosa que ofrecer sino resistencia, tal y como hacemos ahora. Y no sólo desde la universidad, que por cierto está dominada por viejos y arcanos dogmáticos, sino también desde nuestros trabajos, desde nuestras plazas y calles, en todas nuestras relaciones (Somos dogmatofóbicos)

           Mientras tanto seguiremos en las plazas y en las calles, sumidos en la multitud para transformarnos con ella, para radicalizarnos con ella, para algún día acabar con toda forma de poder separado. Sólo entonces podremos decir que somos verdaderos comunistas; hasta entonces, únicamente, lo habremos estado intentando.

          Damos así por terminado este intercambio. No creemos que sea útil proseguirlo. En una de sus cartas, Spinoza se despedía así de Hugo Boxel, su interlocutor que creía en los fantasmas y « probaba » la existencia de éstos por la filosofía escolástica: “Lamento, muy honrado Señor, haber sido más prolijo de lo que había deseado y no quiero importunaros más con estas cosas que sé bien que no me concederéis, al partir de principios muy alejados de los míos”. Hoy otras supersticiones y fantasmas merecen la misma respuesta.

Vale.

lunes, 11 de junio de 2012

¿MODELOS DE LUCHA? Nota a partir de una polémica sobre las luchas de los mineros.










“Siendo potencia el poder existir, se sigue que cuanta más realidad compete a la naturaleza de una cosa, tanta más fuerzas tiene para existir por sí” B.Spinoza
 
I
Entre el Manifiesto comunista y El capital leemos que al proletariado le ha sido arrebatada toda forma de acceso a las condiciones materiales que permitirían su supervivencia. Por eso se ve obligado a trabajar para los explotadores. Esa es la condición sobre la que se construye su dominación y su sometimiento. El capitalismo funciona a partir de la obligación de trabajar.
Nadie baja a una mina por dignidad. Los mineros bajan a la mina porque no tienen más remedio, porque tienen que sobrevivir, porque el capitalismo les hace materialmente imposible sobrevivir de otro modo.
Entre el Manifiesto comunista y El capital leemos también las trazas de una historia de resistencia y lucha, de enfrentamiento a la explotación y a la barbarie. La historia del capitalismo es también (con sus éxitos y sus fracasos) la historia de las luchas obreras contra la explotación, la historia del rechazo de la relación salarial, la historia del rechazo del trabajo impuesto, la lucha por la dignidad y por la vida... contra las imposiciones de los explotadores.
Tenemos mucho que aprender del proletariado. Sobre todo: de la dignidad en la lucha. Sobre todo: del amor por la libertad. Sobre todo por la necesidad de autonomía y autogobierno que permita la afirmación de nuestras existencias concretas en una construcción común e inmediata que se expanda hacia el compromiso con un mundo nuevo.
Por eso no queremos que nadie se vea obligado a bajar a la mina, que nadie esté obligado a jugarse la vida (y tampoco: a destruir el medio ambiente) para el beneficio privado.
Eso no lo queremos.
Terminar con la explotación. Ser -en común- dueños de nuestra vida. Terminar con la explotación: reapropiarnos de las condiciones materiales de la existencia, controlarlas y ponerlas a trabajar para el común. En común, democráticamente.
Eso es lo que queremos.
Y por eso estamos en las calles y en las plazas (y también en las mesas de estudio, en los puestos de trabajo y en los demás espacios en los que vivimos sometidos, explotados, ninguneados, excluidos, precarizados, discriminados, negados, golpeados, detenidos: en todo el espacio social) intentando cambiar el mundo. Cambiándolo: tanto cuanto somos capaces de hacerlo. Como siempre hizo el proletariado.
Sabemos quienes somos. Somos el 99%. Somos la multitud. Somos el proletariado. Somos el nuevo proletariado.
Y no consentiremos que alguien lo niegue. Y no consentiremos que quieran imponernos “lo que tenemos que hacer”.

II
En las últimas semanas, formando parte de la estrategia asesina del capital, como una más de las medidas con las que quieren hacernos –de nuevo- pagar las consecuencias de la inviabilidad del capitalismo y formando parte de lo que llaman “política de recortes”, el gobierno ha decidido no pagar los fondos que tenía comprometidos y que, mediante subvención a las empresas mineras y a otras formas de reconversión productiva, permitirían el mantenimiento de varios miles de puestos de trabajo en las minas de carbón y en las comarcas mineras. Con ello condenan a la miseria no sólo a los mineros y a sus familias sino también, de forma indirecta, a todos los habitantes de las comarcas cuya actividad económica gira alrededor de esa actividad productiva.
Los mineros se han declarado en huelga. Cortan las carreteras para visibilizar la agresión y, entre otras muchas acciones, junto con sus familias, han realizado una marcha con manifestación incluida hasta la sede del Ministerio de Industria, en el centro de Madrid.
Hemos estado –y estaremos siempre- con los mineros. Su lucha contra la explotación es la nuestra.
Creemos, por eso, que debe despejarse un malentendido (que quizá no sea sólo un malentendido) que se ha originado a partir de la publicación de un comunicado del Grupo de trabajo de Medio Ambiente de AcampadaSol a propósito de la situación de la minería del carbón. Un malentendido, porque algunos compañeros han entendido que se trataba –sin serlo verdaderamente- de un ataque a los mineros movilizados. Y algo más que un malentendido porque, en nuestra opinión, centrándose en la irrenunciable defensa del medio ambiente, el comunicado no ha estado afortunado en la manera de referirse a las demás cuestiones implicadas en el conflicto, particularmente las que afectan a los trabajadores (de las minas o de los sectores productivos).
El comunicado no deja de señalar que “estamos con los trabajadores y sus familias” pero, con una redacción muy poco afortunada, continúa el párrafo diciendo: “Por ese motivo, les apoyamos en lo referido a una transición justa de su sector, para que ningún trabajador se vea en el paro ya que, como siempre, son los que sufren las decisiones del poder”.
Tenemos que ser claros: la defensa de los derechos de los mineros no puede convertirse inmediatamente en la defensa acrítica de una actividad productiva que sólo beneficia a los intereses de unas pocas empresas privadas que condenan al paro y a la miseria a grandes capas de la población y que, además, chantajean continuamente a los mineros para, aprovechando sus movilizaciones, obtener fondos públicos que sólo revierten en beneficios privados. Es verdad que se aprovechan de sus movilizaciones, pero eso, exclusivamente, no explica las movilizaciones de los mineros, tal como se afirma en el comunicado de medio ambiente (“estos son los que realmente están detrás de todas las movilizaciones”). Si las movilizaciones de los mineros pueden servir, coyunturalmente, a los intereses de los empresarios para los que trabajan (quienes pueden tener interés en ciertas ayudas del Estado, y para lo cual es justo la exigencia de una auditoría ciudadana que estudie el destino de los fondos destinados a la reconversión durante estos últimos años)  esto se debe a que su existencia depende a vida o muerte del capital. Los mineros no se movilizan a favor de los intereses de la clase que los explota. La lucha de los mineros es una lucha por su vida, por su existencia, contra el capital que les obliga a trabajar explotados en un trabajo que destruye sus vidas y el medio ambiente, y todo ello para beneficio privado de las empresas.  Éste, y no otro, debe ser el centro de toda nuestra solidaridad con su lucha.
Nos parece muy adecuada la exigencia del fomento de las energías renovables y del desarrollo de la actividad humana pero en condiciones de dignidad laboral y sin dominación.  Esto implica que el fomento  de reconversión no ha de estar dirigido más que por los propios trabajadores y vecinos de las comarcas mineras, que libre, democrática, y conscientemente son dueños de su destino, según sus propias necesidades.
No queremos mineros explotados en una mina.
Pero tampoco queremos mineros reconvertidos y explotados en cualquier otro sector productivo. No queremos que ningún trabajador tenga que jugarse la vida en una mina para el beneficio privado. Pero tampoco queremos que tenga que ser explotado en cualquier otro sitio.
Para eso (y no sólo para apoyarles “en una transición justa de su sector”) estamos –y estaremos siempre- con los mineros. Y sabemos que los mineros están –y estarán siempre- con nosotros. Aunque algunos se empeñen en distanciar nuestras luchas y en decir que nuestros objetivos son distintos.
El Comité Spinozista lamenta lo poco acertado que ha estado el Grupo de Medio Ambiente a la hora de redactar su comunicado, porque entendemos que, aun sin mala intención, desprecia la lucha de los mineros en un momento muy complicado para ellos. Hacemos un llamamiento público a los compañeros que lo integran para que hagan las rectificaciones oportunas. Nosotros, en todo caso, queremos dejar explícita nuestra posición al respecto.

III
Cosa distinta es la que dicen algunas otras voces que han intervenido también en la polémica abierta. Y frente a ellas queremos también decir unas palabras. Porque no se trata de voces críticas con el comunicado sino que, con la excusa del comunicado, plantean una impugnación general del 15M. Una impugnación que vienen haciendo en los mismos términos desde que el movimiento tenía apenas unas semanas de vida y en la que utilizan como “argumentos” los mismos que han venido utilizando desde entonces.
La huelga de los mineros, al parecer, se ha convertido para ellos en el argumento de fuerza para concluir lo que ya habían concluido: que el 15M está al servicio del capital y que está integrado por simples niñatos que nada tienen que ver con la clase obrera.
Poco les importa que se haya argumentado que se trata únicamente de un comunicado de uno de los muchos Grupos de Trabajo que constituyen el tejido asambleario. Poco les importa que haya otro comunicado aprobado, éste sí, en Asamblea general en Sol mostrando el apoyo incondicional a las reivindicaciones de los mineros. Poco importa el comunicado publicado por la asamblea del 15M en Asturias, que en la misma línea, da muestras de solidaridad y apoyo a las luchas de los mineros. Es igual: el 15M está al servicio del capital y está integrado por niñatos que nada tienen que ver con la clase obrera. (Poco importa que en la construcción común de la vida política nos podamos equivocar).
Podemos tomar como ejemplo de esta  posición un comentario que ha circulado por Internet y que responde, supuestamente, a la autoría de Nega, uno de los componentes del grupo Chikos del Maíz. En él se “argumenta” que los participantes del 15M son unos “mierdas y unos malnacidos” que en la vida “han pasado calamidades en casa”. El resto del mensaje se resume en decir que los componentes del 15M son unos niñatos con carrera que conforman otra clase social distinta del proletariado y que como tales son sus enemigos de clase. “En las calles nos encontraremos”, sentencia varonilmente. A partir de ahí, todo tipo de insulto y denigración está justificado contra este colectivo de débiles, niñatos mimados y pequeñoburgueses desclasados. “Lo que teníais que hacer es lavaros la boca antes de hablar de los mineros y besar el suelo que ellos pisan atajo de meapilas desclasados”, “me meo en Sol, en esta comisión especialmente y en vuestra revolución de colorines patrocinada por Quechua”, etc.
Hemos leído también otras cosas no menos sorprendentes. Notas a modo de “comentarios” del siguiente tipo: “el 15M no ha apoyado al movimiento minero. Ni con comunicados en la manifestación de Madrid”. O todavía más claro: “Prefiero morir ahogada en CO2 antes de que desaparezcan los mineros porque son el único ejemplo de lucha que nos queda”.
Lo leímos con estupor, sin poder dejar de preguntarnos si lo habrían escrito “agentes-infiltrados-del-ministerio-del-interior”, exagentes reconvertidos de la Stasi o, simplemente, memos con vocación suicida.
Extraído todo –en el mejor de los casos- de un argumentario dirigido más a las vísceras que a las cabezas y lleno de los tópicos más vacíos de la más rancia tradición estalinista: (1) sólo son obreros aquellos que trabajan en el “tejido industrial”; (2) la única “lucha revolucionaria” es la que esos obreros llevan a cabo; y lo es (3) porque se encamina a “lo verdaderamente importante”: las luchas laborales que cuestionarían la “infraestructura económica”; y (4) en la medida en que esos obreros se organizan en “sindicatos de clase” dirigidos por la “auténtica vanguardia del proletariado”.
Sobrevolando por encima de estos arcanos, además, dos mantras buen aprendidos: (1) “sois unos niñatos pijos: estudiantitos de mierda”, y (2) “menos batukadas y más barricadas”.
¡Aprended de los mineros!, nos dicen. Y en realidad quieren decir: "tirad cohetes que suenen como bombas y haced una barricada para pegarnos con los maderos"... lo cual, además de demostrar un desconocimiento total de lo que hacen los mineros, no es sino la punta de lanza de un "vanguardismo militarista" nada válido ni siquiera ya para conflictos fordistas... de “la prehistoria”.
Que el 15M no está compuesto por obreros. Dicen. Y para justificarlo encuentran la “prueba” más adecuada: son sólo estudiantes, es decir, “hijos de papá”. Niñatos.
No queremos dejar de señalar la inconsciente reivindicación del analfabetismo que se esconde en sus palabras, ni tampoco podríamos dejar de referirnos al desconocimiento sociológico que padecen acerca de la extracción de clase de la inmensa mayoría de los estudiantes de nuestro país… pero insistiremos sólo en lo más obvio: ¿se han pasado alguna vez por cualquiera de las plazas de las ciudades y pueblos en los que vienen haciéndose asambleas ciudadanas desde hace más de un año? ¿Ven allí sólo estudiantes? Pocas cosas hay más falsas: en las asambleas del 15M se han reunido y se reúnen ciudadanos (sí, ciudadanos: el 99%, la multitud, el nuevo proletariado del período postfordista) de todas las edades, de todos los niveles de formación, con diversas experiencias de lucha, con diversas trayectorias vitales, separados y divididos hasta entonces por las estrategias sistémicas del capitalismo postfordista y ahora reunidos con un objetivo común: cambiar el mundo, acabar con el capitalismo y, entre ellos, como uno más, sin pretender ser la vanguardia de nada ni de nadie, todos los activistas de la contestación social y política que no habían dejado de oponerse y resistir a los envites del capital en los períodos más duros de las décadas de plomo que estamos –entre todos- dejando a un lado.
“Nega” y sus chicos deberían hacérselo mirar. Y tendrían que empezar a mirar con un mínimo de respeto por la verdad lo que tienen ante los ojos: no sólo se trata de los que participan en las  asambleas sino también de esa “multitud acompañante” que se moviliza y simpatiza masivamente con el 15M.
Somos muchos los que participamos en el 15M, los que nos esforzamos por construir respuestas y alternativas a las ofensivas continuadas del Capital desde las asambleas y grupos de trabajo. Somos todos… menos ellos. Somos muchos: irrepresentables e insumisos; somos multitud.
Que el 15M está al servicio del capitalismo (incluso del fascismo). Dicen. Y encuentran la prueba inmediatamente: no hablamos nunca de la lucha de clases.
¿No hablamos de la lucha de clases? ¿Os habéis tomado alguna vez la molestia de escuchar lo que se dice en las asambleas?
Estáis equivocados. Lo que no hacemos es encerrarnos en un lenguaje que no todos entienden de manera inmediata, que ha sido tantas veces traicionado y manchado y que para muchos ha dejado de significar nada. Lo que no hacemos es aferrarnos a nuestros fetiches, a nuestra jerga, a una identidad que para muchos sólo nos identifica con el pasado. No somos mejores que nadie… y por eso estamos dispuestos a empezar desde el principio si hace falta. No somos mejores que nadie… y por eso estamos dispuestos a escuchar, a discutir, a razonar, y a alcanzar consensos que expresen lo que queremos y dejen claro lo que no queremos, que permitan la actuación conjunta, que construyan ese común que el capital se esfuerza en reducir a individualidad privada. ¿Esta estrategia es peor, más reformista, que levantar barricadas y enfrentarse a la policía?. ¿Es que acaso la violencia es por sí misma transformadora o revolucionaria?.
Lo que no hacemos es pensar que sólo es importante lo que algunos viejos catecismos piensan como lo único importante. Frente a la pseudo-seguridad de una religión cualquiera (que no hace otra cosa más que organizar la desesperación frente a una realidad siempre cambiante), preferimos  la elaboración continuada de respuestas, de conocimientos y de medios para la acción, sin miedo a equivocarnos, y sin miedo a rectificar. No confundimos los medios (que siempre han de ser examinados y desechados cuando no son útiles) con nuestros propios fines. Fines que, como el propio Marx resumimos en uno sólo. Democracia. Democracia real. Lo queremos todo y lo queremos ya: en común y para el común. La violencia es un medio, no un fin. También lo son las asambleas, las discusiones, las manifestaciones pacíficas, etc. Si el Nega tiene algo que objetar a estos medios, si tiene alguna estrategia mejor que aportar, puede pasarse por las asambleas a proponerla e intentar llevarla a cabo. O puede refugiarse en la autocomplacencia del insulto para pasar por mejor o más enterado. En cualquier caso, creemos que es justo y legítimo el debido respeto a todas las formas de lucha a través de las cuales se expresa el proletariado, y no tratar de imponerle autoritariamente de manera externa (en este caso, a base de insultos) el modo en que deben hacerlo.
Porque lo cierto es que sabemos con claridad qué tenemos que aprender de los mineros. Y de los maestros. Y de los albañiles. Y de los estudiantes. Y de los parados. Y de los inmigrantes. De los abuelos. De los jóvenes. De las mujeres… en definitiva, de todos los que luchan contra la dominación, sea cual sea el tipo de ésta (económica, racial, de sexo…) Queremos vivir con dignidad… sin que nos quieran imponer cómo debemos hacerlo. Queremos ser dueños de nuestro futuro. Queremos una sociedad libre de hombres y mujeres libres. Y no necesitamos líderes.
Para ello necesitamos transformar el mundo en común, con otros, potenciado mutuamente nuestras fuerzas, eliminando los errores y las trabas materiales que nos separan.  ¿Y qué es el 15M, con su estructura de asambleas abiertas, con la enorme simpatía que despierta en los ciudadanos, sino un lugar (sólo un lugar más) excepcional para emprender esta tarea? Quien no quiera ver o entender esto quizás es porque esté más preocupado por afirmar su identidad a base de eslóganes, símbolos y fetiches que por transformar efectivamente la realidad (y a sí mismos).
Lo importante no son los modelos de lucha sino la lucha misma. Y esa sólo es posible en común. Aunando fuerzas. Haciendo confluir las exigencias de cambio. Como propone la asamblea del 15M de Mieres: “Es tiempo de luchar todos juntos contra los que nos oprimen y nos estafan con su crisis”.
Porque comunismo es, como decía Marx, un movimiento real, efectivo, que desde dentro de la sociedad capitalista, se abre paso hacia su superación. El comunismo no es patrimonio de nadie, es patrimonio de todos. No es una ortodoxia, un conjunto de recetas políticas, ni la tarea exclusiva de un grupo sociológico determinado. Es el resultado de la superación de todas las trabas que dividen al proletariado (con toda su multiplicidad) en su lucha contra el capital. Por todo ello, ¡inteligencia, encuentro, cooperación, y acción! ¡Y bienvenidas sean todas las luchas del proletariado!