Comité Spinozista
Filosofía práctica, extensión y pensamiento.
viernes, 27 de septiembre de 2013
miércoles, 15 de mayo de 2013
Aniversario del 15M. Inmortalidad mutante de un virus mortal para el sistema.
El 15M de 2011 hubo una reacción espontánea y generalizada de indignación popular que expresaba mediante acciones de ocupación de plazas su rechazo y no reconocimiento de las instituciones constituidas que se arrogan la soberanía política. Fue un movimiento incontenible de una multitud aprisionada por los canales de neutralización y apropiación de lo político al servicio de las clases oligárquicas dominantes herederas del franquismo. Su mayor virtud fue la politización de amplias capas de la población y la generación de un discurso hegemónico que desplazaba el antagonismo político del espacio-espectáculo de la representación política tradicional hacia el poder constituyente y creativo en las calles. El 15M fue el comienzo de la creación de espacios autónomos para la reflexión, reconocimiento, y acción políticas, más allá de los aparatos de gestión del sometimiento y la separación que antes atrapaban todas las miradas, todos los intereses, y neutralizaban todas las acciones de las masas.
Pero el 15M no debe fetichizarse. Muchas asambleas del 15M han continuado, mal que bien, con bastantes menos asistentes que al comienzo, y se perpetúan con discusiones que no van vinculadas a acciones prácticas directas. Realmente, el 15M ha cambiado de lugar, o mejor dicho, el espíritu que dio vida al 15M (la multitud libre que adopta sus propios canales de expresión y acción más allá de los poderes constituidos-cosificados) cambia de lugar, se metamorfosea, estableciendo un juego de contrapoderes que no se deja atrapar. Aunque el aniversario fuese menos numeroso, aunque las asambleas sean menos numerosas y se eternicen en discusiones que no desembocan en prácticas políticas contundentes, aunque en algunos casos se hayan convertido en un pequeño círculo de activistas-amigos sin proyección al exterior… el 15M existe más allá de ese pequeño ámbito de realidad que son las asambleas. Pues el 15M es un movimiento destituyente generalizado que como tal, no es cosificable ni adscribible a un lugar preciso y demarcado. El 15M trasciende toda cosificación o fetichización porque no es una cosa, sino una relación. Una relación de creación de contrapoder al dominio de clase, de desobediencia, de impugnación generalizada del sistema. Por eso, el 15M no sólo no ha muerto sino que ha crecido en fuerza y potencia, y lo ha hecho a través de las mareas, de la PAH, de las candidaturas locales populares, y sobre todo, crece cada día que pasa y menos gente se reconoce en los principales medios políticos, económicos, y mediáticos, que configuraban el reconocimiento de la mayoría de la población, y ya no se identifican con ellos.
miércoles, 27 de marzo de 2013
Los límites de la protesta social; un pseudo-debate al servicio de una pseudo-democracia limitada por la economía
Parece ser que el debate estos
días, el debate que están dispuestos a difundir nuestros medios de comunicación y representantes políticos,
no es otro que la cuestión de los límites legítimos de una protesta ciudadana.
Como sabemos, el tema no es nuevo, pero ahora se plantea de manera unánime y
generalizada con motivo de los escraches realizados por la PAH a ciertos políticos del
PP. Tertulias, telediarios, comparecencias públicas de los políticos,
periódicos, etc, parecen haberse puesto de acuerdo en
tratar este tema. Es así que parece
una “evidencia” que éste, y no otro, es un tema candente, de actualidad, de
preocupación generalizada y que merece ser analizado. Las posiciones distintas
en estos debates oscilan desde la izquierda a la derecha desde las más o menos “comprensivas” hacia los que
“escrachean”, hasta denuncias de lo más extravagante que pretenden hacer
analogías entre las protestas de la
PAH y grupos filo-terroristas o nazis. Sin embargo, dentro de
este espectro más o menos variado de opiniones, la condena de los métodos
presuntamente violentos de la PAH
ya sea con mayor o menor comprensión, recibe un mismo veredicto; sus métodos de
escracheo son violencia ilegítima, una equivocación que les hará perder
credibilidad.
Por
otro lado, encontramos en foros de discusión autónomos en Internet como blogs,
periódicos independientes, etc, así como en las distintas comparecencias de los
miembros de la PAH que tienen lugar en los medios de
comunicación, un planteamiento de la cuestión bien distinto al que nos ofrecen
masivamente los medios de comunicación. De este lado la pregunta es quizás
inversa a la planteada antes. La cuestión no es tanto la de cuáles son los
límites de la protesta ciudadana, sino más bien, cuáles son los límites del
poder de los gobernantes. ¿Tienen nuestros gobernantes derecho a todo, tienen
carta blanca para hacer lo que les apetezca durante los años que dura su
mandato, cuáles son las líneas rojas que no deberían poder traspasar?. Entienden, los que defienden las acciones de la PAH, que es el gobierno quien
con sus actuaciones ha traspasado las verdaderas líneas rojas que ningún poder
debe traspasar, a saber, el atentar contra la seguridad de los propios
gobernados. Desde este punto de vista es el gobierno el verdadero amigo del
terror, que ha pervertido su fundamento al ponerse en contra, y no al servicio,
de la población que dice representar.
Esta
contraposición de planteamientos no es
arbitraria pues obedecen a lógicas de poder bien distintas. La primera
parte de una concepción jurídica absolutista. Según esta concepción el poder se
haya temporalmente en manos de uno o varios soberanos, que tienen el derecho de
ejercerlo, mientas los súbditos únicamente tienen el correlativo deber de
obedecerle. La segunda concepción, sin embargo, entiende que la desobediencia
tiene cabida frente al soberano, desobediencia que es el correlato necesario de
un obrar irracional por parte del soberano que hace que los fundamentos del
pacto que establecían la obediencia de los súbditos queden suspendidos. Estos
fundamentos no son otros que el garantizar la paz , la seguridad, y la libertad
a las que tienen derecho los súbditos, y en virtud de las cuales quedan
constituidos los poderes legales. Desde este segundo punto de vista, la
desobediencia no es mala, sino que es incluso buena, pues se opone y corrige
los desmanes de unos gobernantes cuya excesiva autonomía y separación con
respecto a los gobernados puede hacerlos desembocar en una tiranía meramente
represiva y jurídico-policial. La resistencia al poder por parte de las
multitudes sería por tanto una garantía de racionalidad del mismo, pensamiento
éste que se inscribe en una tradición republicana y democrática, como eran la
de Maquiavelo o Spinoza, el cual decía:
B. Spinoza, Tratado Político.
Así
pues a la luz de las dos posiciones comentadas, podemos comprender cuales son
las dos lógicas subyacentes a los discursos citados al comienzo de este
artículo. Por un lado, la lógica del poder constituido, autónomo y cerrado
sobre sí mismo, que niega cualquier tipo legitimidad a las protestas y acciones
de sus subordinados. Por otro lado, la lógica del poder constituyente, una
lógica siempre actualizada, siempre presente, que existe como límite natural
que regula la excesiva autonomía y por tanto virtual irracionalidad de los
poderes constituidos. El segundo planteamiento tiene un fundamento más físico
que jurídico. Los súbditos no tienen derecho
o deber de sublevarse cuando sus
gobernantes actúan en su contra, simplemente, esto sucederá de manera necesaria cuando quede sobrepasado cierto
límite tolerable. El segundo planteamiento señala además la necesidad para todo
gobierno de entenderse a sí mismo más allá de un planteamiento meramente
jurídico que marca derechos y deberes, la necesidad de entenderse a sí mismo
como negociación constante, conflicto de intereses, correlación de fuerza o
lucha de clases. Un poder que no se entiende a sí mismo de esta manera (al
margen, claro está, de lo que proclame oficialmente de sí mismo) es un poder
condenado a desaparecer. Sencillamente desconocer esto supondría desconocer los
fundamentos de su posibilidad, por decirlo así, “física”. Las justificaciones
morales, teológicas, jurídicas, en fin, idealistas, pueden estar muy bien de
cara a la divulgación con respecto a las clases subalternas que únicamente son
contempladas como agentes pasivos expulsados de la vida histórica. Como apunta
Spinoza al comienzo del Tratado Político,
estos no son más que cuentos que nada tienen que ver con la verdadera teoría
político-práctica que manejan los reales agentes de la historia, cuyos fines y
procedimientos suelen ser, por lo general, poco confesables.
Y
si suelen ser poco confesables es porque no están al servicio de los principios
que, en teoría, les dieron origen y legitimidad. En efecto, la seguridad, la
paz, la libertad, son supuestamente los fundamentos que dan poder a nuestros
representantes, pero vemos claramente cómo los intereses económicos privados
siempre quedan por encima de estos principios cada vez que se produce un
desahucio, se recortan los servicios básicos, y se rescatan a los banqueros o
se les indulta. Es por esto que cada vez más ciudadanos organizados revitalizan
el verdadero fundamento de la democracia que es el poder constituyente de la
multitud mediante manifestaciones, protestas, huelgas y desobediencias, que
ponen de manifiesto la brecha existente entre los poderes constituidos y el
pueblo que dicen representar. Un
gobierno que no es capaz de interactuar con sus poblaciones, que se cierra en
banda policial y jurídicamente, es un gobierno que pierde su legitimidad y su
carácter democrático y que cada vez se revela más como una banda de saqueadores
privados en contra de los intereses de la mayoría. En este momento, el pacto
real o “virtual” que supuestamente fundaba los cimientos de la sociedad, queda
en entredicho, y se puede decir que el régimen entra en crisis. La crisis con
respecto a los poderes constituidos que vivimos es, además, sistémica, pues no
se limita a una fracción concreta de alguno de los poderes constituidos (el
judicial, el policial, el mediático, o el económico), sino a todos ellos en su totalidad, que cada
vez se presentan más como lo que son; no una pluralidad de opciones que
representan los variados intereses de la sociedad civil (PP, PSOE, UPyD, La Sexta, Cuatro,
Intereconomía, y las cúpulas burocratizadas y corruptas de ciertos sectores de
IU y los sindicatos mayoritarios), sino una misma y monolítica fuerza separada
al servicio exclusivo de la economía. Pues ya sean unos u otros, llamados de
“izquierda” o “derecha”, todos ellos cierran filas siempre a la hora de
condenar los movimientos destituyentes de la multitud en armas (aunque estás
sean inocentes pegatinas, inocentes ocupaciones temporales y simbólicas de
espacios públicos y privados, inocentes y pacíficas manifestaciones no
autorizadas…). Tanto el Gran Wyoming como los esbirros de Intereconomía parecen
cerrar filas aquí, como si cumpliesen con una férrea disciplina de partido. Lo
mismo ocurre a la hora de ocultar y desvirtuar procesos emancipadores como
aquellos que tienen lugar en Latinoamérica en países como Cuba, Bolivia,
Ecuador o Venezuela. No es de extrañar, son guardianes del orden constituido,
un orden que se dice al servicio del pueblo pero que en realidad tiene unos
estrictos límites que conforman su verdadera unidad por contraposición a su
falsa pluralidad aparente de “izquierdas y derechas”; la defensa de la economía
y sus intereses por encima de los de una la población cada vez más pobre y cada
vez más expropiada. Fuera del orden económico, todo lo que tenga que ver con la
construcción de la democracia por y para las multitudes, queda prohibido y fuera del pacto, como una aberración
cuasi-terrorista con respecto a la cual no es legítimo otro trato que no sea la
pura represión. El problema para nuestros gobernantes es que cada vez más gente
está en contradicción con un pacto con multinacionales y bancos que los
gobernados no han suscrito. Y un gobierno no puede sostenerse por mucho tiempo
bajo el supuesto de que sus gobernados son todos terroristas.
jueves, 11 de octubre de 2012
Ignorancia y malos estetas.
(Réplica a un artículo
publicado en El País sobre Spinoza)
Desconocemos hasta qué punto Manuel Vicent ha
estudiado la filosofía de Spinoza, ni en qué medida prepara en general los
contenidos que vierte en su columna de opinión*. Sólo sabemos que no nos
gustaría que aquellas personas que tengan algún interés por el pensador
racionalista se hicieran una idea extravagante de su filosofía
leyendo el artículo "Panteísmo" publicado por Vicent el pasado
domingo 7 de octubre en El País.
Uno
de los textos más populares dentro de la obra de Spinoza es el apéndice
antifinalista de la primera parte de la Ética. En él se hace una suma de los
obstáculos que se oponen a la cabal comprensión de su doctrina de la sustancia
infinita que denomina Dios. Los principales obstáculos los cifra Spinoza en la
creencia en el libre arbitrio y el pensamiento finalista que éste conlleva.
Según estas creencias, el ser humano sería libre de gobernarse a sí mismo, como
un reino independiente dentro del reino de la naturaleza, sin ser perturbado
por sus leyes necesarias. Afirma Spinoza que la creencia en el albedrío -que
debe distinguirse cuidadosamente de la libertad- es resultado de la
articulación de la conciencia que el individuo tiene de su propio deseo con la
ignorancia de las causas de éste. A esta idea de libertad, además, le
corresponde necesariamente la idea de fin, esto es, del objetivo o finalidad
que se da a sí mismo el ser humano en virtud de su libertad. Como el ser humano
no instruido por la razón ignora las causas de sus deseos y de los fenómenos
naturales, no puede sino sorprenderse de encontrar en el mundo muchas cosas que
colaboran a la consecución de los fines que persigue, tales como el aire para respirar,
los alimentos para comer, o el Sol para calentarse y la noche para dormir. Es
entonces cuando la idea de finalidad se desconecta del sujeto humano y se
transporta al orden de una naturaleza que habría sido producida por un Sujeto
suprahumano y sobrenatural en virtud de fines que satisfacen los deseos
humanos. A tal Sujeto se le llama Dios, pero no es otra cosa que la proyección
de la imagen que el hombre tiene de sí mismo y de sus deseos. La idea de la
acción como un proceso determinado por el libre albedrío de un sujeto que elige
entre varios fines posibles se basa pues en la ignorancia y sólo puede conducir
a la ignorancia supersticiosa mayúscula consistente en atribuir fines a la
naturaleza y convertir a Dios en un sujeto dotado de libre albedrío. De esta
manera, el hombre parece “anterior” a una Naturaleza que posteriormente habría
sido fabricada para él, para su goce y deleite, por Dios. El Dios así imaginado
habría dotado al ser humano de libertad, comodidades y placeres a su alcance, y
sólo requeriría de éste un goce libre e inocente de su creación.
Vicent
no sólo parece ignorar este texto fundamental de la doctrina de Spinoza, sino
que se muestra empeñado en ilustrar estos obstáculos, denunciados por el mismo
Spinoza, convirtiéndolos en los supuestos preceptos del Dios spinozista.
Empieza así Vicent: "Así habla el Dios de Spinoza: deja de rezar y
disfruta de la vida, trabaja, canta, diviértete con todo lo que he hecho para
ti. Mi casa no son esos templos lúgubres, oscuros y fríos que tú mismo construiste
y que dices que son mi morada. Mi casa son los montes, los ríos, los lagos, las
playas. Ahí es donde vivo. Deja de culparme de tu vida miserable. Yo nunca dije
que eras pecador y que tu sexualidad fuera algo malo. El sexo es un regalo que
te he dado para que puedas expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría."
Según Vicent el Dios de Spinoza no es el Dios negro de las sotanas, no es el
Dios de la culpa, sino el del placer y la naturaleza puesta al servicio del
hombre. Dios se confunde de este modo con lo que Freud denominaba
"principio de placer", en una proyección subjetiva e imaginaria que
se extiende a una supuesta finalidad del orden natural. Dios, por otra parte,
no sólo ha creado el mundo para el hombre, sino que le ha dado el libre
albedrío y le dice:"Yo te llené de pasiones, de placeres, de sentimientos,
de libre albedrío. ¿Cómo puedo castigarte si soy yo el que te hice?" El
Dios que atribuye Vincent a Spinoza es un Dios que propugna una moral hedonista
a un hombre dotado de libre albedrío, es el Dios Adánico, el Dios del paraíso
forjado para el hombre, un Dios que se enmarca por lo tanto dentro de la
crítica global que Spinoza realiza a una concepción finalística de la
naturaleza y a sus correlatos subjetivos imaginarios, tanto divinos como humanos.
Spinoza mismo nos advierte de que la idea de un Dios tan bondadoso y servil
supone una impostura difícil de mantener, como demuestran desgracias tales como
"las tempestades, los terremotos o las enfermedades" que acaecen
“indistintamente, a piadosos e impíos”, y que niegan palpablemente la hipótesis
de un Dios bueno que dispone todas las cosas en beneficio de los hombres. No es
muy original por lo tanto, Vicent, cuando pretende preguntar lo siguiente al
supuesto Dios de Spinoza;
"Si existiera un Dios tan esteta y se
hiciera visible, se le podría exigir que explicara el dolor de tantos
inocentes, los millones de niños que mueren de hambre, la violenta depravación
de muchos hombres con las mujeres, el instinto de matar que ha inscrito en las
entrañas del ser humano."
Pero a pesar de esto, la fuerza de la
ignorancia, nos advierte Spinoza, lleva a los hombres a persistir en su
“inveterado prejuicio”, lo cual “les ha
sido más fácil que destruir todo aquél edificio y plantear otro nuevo.” La
ignorancia no es por lo tanto sólo un error subjetivo que se disipe frente a la
presencia de lo verdadero, es un enorme edificio que se ancla con fuerza en la
conciencia de los individuos, y que persiste en ellos a pesar de las
evidencias. De esta manera, el erróneo planteamiento de un Dios que ordena la Naturaleza en virtud de
fines lleva al hombre supersticioso a afirmar que “los juicios de los Dioses
superan con mucho la capacidad humana”, cuya voluntad divina e inescrutable se
convierte por este camino en el inevitable y último “asilo de la
ignorancia" en el que se refugia el defensor de la existencia de un Dios
bondadoso. La Teodicea
fundada en una inescrutable voluntad divina constituye, pues, una forma de
preservar la ignorancia que describe la Ética de Spinoza, pero ésta no es ni mucho menos la única forma posible de
salvar este formidable “edificio” de
ignorancia. La alternativa barajada por Vicent en su artículo es un claro ejemplo
de ello. Cuando aceptamos como válida la estructura sujeto-fines para explicar
los acontecimientos de la naturaleza y las acciones humanas, nos deslizamos por
una pendiente que sólo puede conducir a más ignorancia. Este círculo del sujeto
y de los fines proyectado sobre el ámbito general de la naturaleza puede
coincidir con un hedonismo optimista "new age" como el que inspira la
ingenua doctrina que pone Manuel Vicent en la imposible boca del Dios
spinozista, pero también puede fundar un pesimismo dolorista basado en la culpa
como el que subyace -sin llegar a formularse como tal- a la crítica del propio
Vicent a ese Dios jipi y místico que, por falta de información, confunde con el
de Spinoza. El Dios "jipi" y "bueno", el Dios que, según el
supersticioso, ha creado la naturaleza para nosotros y nos ha dado el albedrío
es exactamente el mismo Dios que atormenta al supersticioso cuando esta misma
naturaleza se le antoja mala. El Dios de la esperanza es al mismo tiempo, y de
manera inseparable, el Dios del temor, pero no es el Dios donde habita la
libertad humana, un Dios muy poco jipi y poco místico cuyo concepto se
construye minuciosamente en el libro I de la Ética.
El Dios de Spinoza está más allá de estos
esquemas imaginarios en los que nuestro articulista queda atrapado. Para el
Dios de Spinoza, o mejor dicho "en" el Dios de Spinoza -pues no se le
puede aplicar la preposición "para" a una sustancia infinita que no
tiene finalidad alguna- no hay ni Bien ni Mal, pues en términos absolutos, en
la naturaleza no hay ni fines realizados
(Bien) ni frustrados (Mal). El Bien y el Mal, así como todo tipo de
trascendentes sustantivados (tales como la Belleza y la Fealdad, o el Orden y la Confusión), no expresan
propiedades de las cosas mismas; son meras denominaciones que se refiern al
modo en que son afectados los individuos. No se puede por lo tanto, acusar al
Dios de Spinoza de haber creado el Mal, pues tanto éste como su correlato, el
Bien, no son, en palabras de Spinoza, sino “modos de imaginar” que “son
consideradas por los ignorantes como si fuesen los principales atributos de las
cosas”. No hay motivos para deprimirse con un supuesto Dios o naturaleza, o ser
humano, que lleve inscrito en sus entrañas el Mal, como tampoco lo hay para
consolarse en un supuesto Dios bondadoso de voluntad inescrutable. Spinoza nos
dice que “la perfección de las cosas debe estimarse por su sola naturaleza y
potencia”, y sólo pueden estar en falta, error, o culpa, por cuanto las
comparamos con esos entes trascendentes imaginarios. El Bien y el Mal sólo
pueden ser entonces nombres de la ignorancia, entes abstractos cuya producción
afectiva y social permanece ignorada por aquél que ni se los cuestiona. El Bien
y el Mal sustantivados, así como la
Belleza y la
Fealdad o el Orden y la Confusión, pertenecen a ese orden de cosas según
el cual los hombres “se esfuerzan por que todos aprueben lo que uno ama u
odia”, lo cual “es en realidad ambición” (Etica, parte III, Prop XXXI,
escolio). Valores trascendentes que tienen, por lo tanto, funciones de
normalización y homogeneización social, en virtud de la creación de un sujeto
sometido que se encuentra siempre con respecto a ellos en situación de mérito o
culpa. La estructura sujeto-fines se muestra así como la matríz ideológica
básica de la configuración de la subjetividad y de la sujeción humanas.
La
libertad para Spinoza no consiste, por lo tanto, en el libre arbitrio. Frente a
la función normalizadora de los trascendentales morales que condicionan las
conductas, Spinoza propone la experimentación práctica de la búsqueda
coyuntural y concreta de lo que nos es bueno y útil, búsqueda que no puede
realizarse sin el conocimiento de aquello que determina nuestras acciones. La
libertad nunca será, por lo tanto, esa idea falsa y retroactiva que proyectamos
por ignorancia sobre nuestras acciones y que sirve generalmente para ocultar la
servidumbre estratégicamente construida en la que estamos integrados. La
libertad consistirá más bien en liberarnos de los obstáculos alienantes de la ignorancia, obstáculos que
nos someten a esas pequeñas teodiceas cotidianas que justifican nuestras
miserias en virtud de su deuda con algún Fin. Hacer participar a Spinoza del
vicio ideológico de la teleología y el libre arbitrio constituye no solamente
una enorme muestra de desconocimiento filosófico, sino que, lo que es mucho más
grave, es un pequeño acto de resistencia de esa vieja ignorancia que se niega
obstinadamente a renunciar a sus construcciones fantasiosas y delirantes.
viernes, 14 de septiembre de 2012
Contra la sociedad de la beneficencia obligada y su moral, por una ética de la liberación colectiva.
"La
liberalidad conquista a los hombres, y principalmente a aquellos que no
tienen medios de procurarse lo que necesitan para subsistir. Sin
embargo, prestar ayuda a cada indigente es algo que supera con mucho
las posibilidades y el interés de un particular. Pues las riquezas de
un particular quedan muy por debajo de lo que sería una ayuda
suficiente. Por otra parte, un solo hombre no tiene bastante capacidad
para hacerse amigo de todos; por ello, el cuidado de los pobres compete a
la sociedad entera y atañe sólo al interés común"
Spinoza, Etica, parte IV,
capítulo
XVII.
Cojo el metro de Madrid donde una
amable mujer me abre la puerta del vagón. Al sentarme, me doy cuenta de que la
mujer sigue de pie, y empieza a hablar, con lágrimas en los ojos, acerca de su
desesperada situación. Está en paro y con dos hijas, y va a ser inminentemente
desahuciada, sólo pide un poco de dinero para tener algo que dar de comer a sus
hijas. Esta trágica situación empieza a ser normal en los vagones del metro de
Madrid, y cada vez se repite con más frecuencia. La imagen es aún más a atroz
si percibimos la sensación de pantalla que existe alrededor de la misma;
jóvenes con cascos, adultos bien vestidos mirando sus teléfonos y chateando,
permanecen ajenos a la escena. Se produce una sensación de espectacularización
de la situación, como si lo que allí se desenvuelve no tuviese que ver con
nosotros y no fuese más que otra irrealidad televisiva que en nada afecta a
nuestras vidas. Únicamente algunos, mayoritariamente inmigrantes, parecen
compadecerse con la imagen y acceden a dar una pequeña limosna.
Esta
imagen es por si sola expresiva de
todos los mecanismos que condicionan la servidumbre moderna. Expresa la
impotencia llevada al extremo de los que se ven desposeídos de cualquier medio
para poder garantizar su subsistencia, de los que se ven obligados, por lo
tanto, a pedir su vida a otros. Se reproduce así un esquema jerárquico que se
resuelve por medio de la beneficencia, donde los desposeídos están a expensas
de la buena voluntad moral de sus benefactores. Pero la beneficencia, lejos de
alterar el orden establecido, funciona como mecanismo para su mantenimiento.
Siempre que tengamos que pedir nuestra vida a otros, siempre que nos veamos
obligados a garantizar nuestra subsistencia por medio de una donación
voluntaria de un tercero, nos veremos abocados a una relación jerárquica que se
reproducirá estructuralmente cada vez que dicho “acto benefactor” se produzca.
Contemplemos
ahora por qué dicha situación es expresiva de todos los mecanismos que
condicionan la servidumbre moderna, como dije al principio. Dicho “acto benefactor”, consistente en
“pedir tu vida” a otro del que dependes, es el que se produce siempre que
solicitamos a nuestros buenos patrones un empleo, arrastrando nuestra dignidad
por los suelos cada vez que acudimos a una entrevista de trabajo. Dicho “acto
benefactor” tiene lugar también cuando pedimos un préstamo a los bancos, o
cuando un país pide un préstamo a un banco u otra institución de carácter
político-financiero, a cambio de las correspondientes contrapartidas (pago de
intereses, políticas económicas, etc). Por lo tanto, la situación del que pide
en el metro su vida a otros no dista mucho de ser una situación generalizada, e
incluso a tenor del rol que juegan actualmente los bancos, políticamente
dominante. En realidad, es la situación potencial, llevada al extremo, en la
que todos nos encontramos. Por eso sorprende la indiferencia o la distancia con
que la ciudadanía afronta estas situaciones. Esto se debe, sin duda, a una
mistificación ideológica que nos impide reconocernos en lo que somos.
Un
ejemplo del modo como se construye esta ideología lo tenemos en los recientes
debates publicados en Telecinco acerca de la expropiación colectiva de
alimentos de primera necesidad llevada a cabo por miembros del SAT, en algunas
de las grandes superficies que detentan el monopolio de la distribución de
estos productos. La acción del SAT rompe radicalmente las reglas del juego de
la beneficencia. Aquí los desposeídos no se resignan a que su vida les sea
“dada”, aquí ellos toman las riendas de su destino, las toman. La propaganda dominante, firme defensora de la jerarquía
que obliga a la beneficencia, no tardó en lanzar una campaña masiva (bien
ridícula) de desprestigio hacia quienes realizaron estos actos. Hasta tal punto
es así que en el debate de Telecinco emitido por la noche el 11/08/12
(http://www.mitele.es/programas-tv/el-gran-debate/temporada-1/programa-31/),
donde se trataba de condenar bajo todos los aspectos la acción del SAT, fue
seguido de un reportaje donde se mostraba de manera ejemplarizante la acción
caritativa de una familia sueca que había ayudado a una familia española
desahuciada, fruto de su conmoción al conocer la noticia a través de un
programa televisivo de su país. Queda así clara qué acción no debe ser tenida como ejemplo, y cuál sí. Lo justo y lo injusto,
lo lícito y lo ilícito, que aparentemente son atributos inherentes a las
acciones mismas, en realidad son denominaciones extrínsecas emanadas de los
poderes constituidos, que determinan las reglas del juego en las que es
legítimo jugar.
La
solución que nos propone en este sentido la ideología dominante es una solución
privada, caritativa, individual y pasiva, expresión de una sociedad
mercantilizada donde todo pacto entre individuos está mediado por la entrega e
intercambio de una cosa (sea limosna, salario o un préstamo). A esto Marx lo
denominó, en la medida que el cuerpo social tiende a regirse casi exclusivamente
por este principio, “cosificación de las relaciones humanas”, fundamento del
fetichismo de la mercancía. La solución de los compañeros del SAT, por el
contrario, supone una organización colectiva, una actitud activa, que cuestiona
las mismas reglas del juego en las que se produce la situación de la
beneficencia. La primera solución apela a la moral, y al mantenimiento del
status quo de la desigualdad que constituye el fundamento de la beneficencia.
La segunda apela a la acción política directa, y cuestiona el orden de cosas
existentes que obliga a la caridad.
Entonces,
podemos medir la importancia de una acción por el grado de condena que expresan
los poderes dominantes hacia la misma. Porque gracias a la acción de Sanchez
Gordillo y sus compañeros del SAT podemos pensar otra forma de afrontar la
crisis y de afrontar la cosificación e individualización que estructuralmente
nos constituye. Podemos darnos cuenta de que la riqueza simplemente está ahí, y
que no tenemos más que organizarnos colectivamente para tomarla y hacer uso de
ella. Que no necesitamos vendernos a un patrón, ni vendernos a un banco por un
préstamo cualquiera si optamos por tomar y gestionar directamente, de manera
colectiva, una riqueza que está acumulada
obscenamente en manos privadas. Entonces, se trataría de trasladar la esfera de
lo político de la farsa de los parlamentos y los partidos a la esfera misma de
la producción real de la vida y de la riqueza, o sea, a nuestros puestos de
trabajo, estudio, vivienda, etc. Se trataría de construir un marco donde los
problemas sociales no sean gestionados individualmente, de manera privada,
entre desiguales que intercambian, sino colectivamente, políticamente, entre
iguales que cooperan. Porque si para algo existe la llamada esfera de “lo político”
en nuestras modernas sociedades capitalistas, en tanto que esfera separada y
autónoma, es precisamente para invalidar la pretensión de que en cualesquiera
otras esferas de la sociedad pueda desarrollarse, de manera autónoma, lo verdaderamente político que se juega en
ellas. El parlamento y todas las instituciones de “sustracción” de lo
político a la ciudadanía existen precisamente como forma de privatización del resto de las esferas
sociales, que se presentan entonces como meros lugares para el desenvolvimiento
de los individuos privados y sus propiedades privadas, en un marco de mero
intercambio mercantil.
Como
es lógico, construir otro tipo de sociedad que transforme la beneficencia
individualizada y obligada en potencia política común (que tome, y no pida
prestada la existencia); transformar la ideológica moralina dominante en
potencia ética de construcción de un marco nuevo de relaciones más justo, no es
tarea fácil que se pueda conquistar de un día para otro. Pero al menos habremos
realizado un gran avance si superamos los escollos paralizantes de la ideología
dominante. Entonces podremos plantearnos la pregunta de si queremos una vida
sumisa basada en la incuestionable obligación de pagar nuestras deudas a
nuestros “benefactores”, u optamos por anteponer la vida y la política a las
necesidades de los juegos del mercado.
Los
actos excepcionales de movilización, de protesta, y de desobediencia, permiten
tomar conciencia de una colectividad más allá de los derechos individualizados
derivados de la economía mercantil, y de los canales habituales por los que
transita nuestra estructural sumisión “voluntaria”. Permiten reconfigurar un
nuevo escenario común donde los signos y afectos que circulan pueden formar un
cuerpo colectivo de carácter político más potente. Permiten, en definitiva,
literalmente, ver más allá de los velos ideológicos construidos en nuestra
percepción cotidiana. Frente a la indignidad y la impotencia de la beneficencia
y la caridad, que pide su derecho a existir y a obrar a instancias externas,
frente a la moralina individualizada de agentes privados desvinculados entre
sí, es necesaria la construcción de un tejido común de experiencias que
instauren las bases para una acción colectiva más potente y más consciente que
la de los individuos por separado. Encontrémonos en las calles estos días de
movilización de septiembre, y experimentemos que lo más útil para un hombre no
es el dinero ni las propiedades, ni tampoco esa cosificación del poder alienado
que llamamos Estado, sino sencilla y llanamente, como decía Spinoza, otro
hombre con el que cooperar y concordar en naturaleza, de tal manera que juntos
podamos conformar un nuevo individuo más potente, más racional, y más alegre.
jueves, 28 de junio de 2012
Risas contra la crisis
Lo llaman crisis y, si lo dicen ellos, será
verdad. Nosotros incluso iríamos más lejos: ojalá sea una auténtica crisis.
Porque, no está de más recordarlo, el significado etimológico de
"crisis" es "separación, distinción, cambio". Dicho de otro
modo: ojalá esta situación actual por la que atraviesan los países europeos (y
algunos no europeos) sea la oportunidad que muchos esperamos para que se produzca
el cambio. el cambio de un sistema irracional, basado en la acumulación
indecente de Capital a costa de la explotación de terceros, por otro más
racional, justo y honesto.
Y como este cambio ha de ser cosa de todos, todos tenemos que ponernos a hacer cosas. Y en el IES Pablo Sarasate de Lodosa, amén de apoyar y participar en asambleas, huelgas, manifestaciones y etcéteras, se nos ocurrió grabar un video para reírnos de eso que llaman crisis. Reírnos, sí, porque tenemos claro que la risa no es sólo la manifestación más evidente de la alegría (el más importante de los afectos humanos) sino también un arma, una herramienta de lucha. De algún modo, vivimos todos en el famoso cuento del traje nuevo del emperador y muchos han señalado ya que el emperador está desnudo. Pero, en lugar de echarnos a reír, nos hemos puesto muy serios y seguimos manteniendo que va vestido, que quizá el traje ya no esté de moda ("está en crisis") pero que aun se puede salvar si todos ponemos de nuestra parte y contribuimos a que nuestro pobre emperador salga adelante.
Pues eso, que le eches un vistazo al video (que es cortito) y te rías, porque ése era nuestro objetivo. ¡Ah! y no esperes virguerías técnicas ni maravillas cinematográficas: al fin y al cabo, lo hemos rodado entre alumnos, conserjes y profesores en un par de horas durante una mañana de huelga. Podría haber salido mejor, pero nosotros ya nos hemos reído. Ahora te toca a ti.
Y como este cambio ha de ser cosa de todos, todos tenemos que ponernos a hacer cosas. Y en el IES Pablo Sarasate de Lodosa, amén de apoyar y participar en asambleas, huelgas, manifestaciones y etcéteras, se nos ocurrió grabar un video para reírnos de eso que llaman crisis. Reírnos, sí, porque tenemos claro que la risa no es sólo la manifestación más evidente de la alegría (el más importante de los afectos humanos) sino también un arma, una herramienta de lucha. De algún modo, vivimos todos en el famoso cuento del traje nuevo del emperador y muchos han señalado ya que el emperador está desnudo. Pero, en lugar de echarnos a reír, nos hemos puesto muy serios y seguimos manteniendo que va vestido, que quizá el traje ya no esté de moda ("está en crisis") pero que aun se puede salvar si todos ponemos de nuestra parte y contribuimos a que nuestro pobre emperador salga adelante.
Pues eso, que le eches un vistazo al video (que es cortito) y te rías, porque ése era nuestro objetivo. ¡Ah! y no esperes virguerías técnicas ni maravillas cinematográficas: al fin y al cabo, lo hemos rodado entre alumnos, conserjes y profesores en un par de horas durante una mañana de huelga. Podría haber salido mejor, pero nosotros ya nos hemos reído. Ahora te toca a ti.
viernes, 15 de junio de 2012
ReNegaDos
Leemos
en la página/blog de los Chikos del Maíz una respuesta al artículo que
publicamos respecto a una cierta polémica generada en el ámbito internauta.
Esta polémica versaba acerca de los modelos de lucha, de su validez, del
carácter pequeñoburgués o no del 15M y sus métodos.
Para empezar,
agradecemos la molestia que se ha tomado el autor en contestarnos, y en
intentar aportar algo de racionalidad en un debate muy viciado.
Pero
creemos que hay varias cosas a las que es pertinente contestar. En primer lugar, no entendemos la manía
del autor con “hacernos temblar”, o hacernos “comparecer ante la justicia
popular.”. Creemos que el autor se mueve en una lógica de amigo/enemigo que muy
poco tiene de marxista, y sí mucho de fascismo, en concreto de fascismo Nazi.
Sus
palabras no nos han hecho temblar. Lejos de “temblar”, agradecemos las
reflexiones meditadas y respetuosas. Nos dejan, sin embargo, estupefactos
algunos argumentos. Por eso contestamos aquí de nuevo, por las mismas razones
que escribimos el anterior artículo.
No
nos preocupa que el Nega opine tal o cual cosa o se levante con el pie
izquierdo y lance exabruptos por facebook. Nos preocupa la enorme tolerancia
que reina entre ciertos sectores de izquierda hacia el exabrupto, el insulto,
la humillación, la denigración, cuando se trata de “criticar” a compañeros de
viaje en la lucha, a movimientos sociales que despiertan las simpatías de
amplias capas de la población. Nos preocupa la lógica identitaria y sectaria
que detrás de esto se esconde, nos preocupa que se identifique comunismo con esto precisamente.
En segundo lugar, queremos hacer notar
una trampa hábilmente ocultada a lo largo del texto. El artículo comienza
reconociendo un error que luego no se atreve a admitir. Comienza pidiendo
perdón por unas formas inapropiadas que durante el resto del artículo se
pretenden hacer pasar por “meras críticas”. No, los insultos y las
denigraciones no son meras críticas, son imposiciones externas, los
razonamientos no. Lo primero es más propio de Intereconomía, lo segundo,
esperamos, más propio de movimientos emancipatorios como el comunismo
Por
si no fuera poco, al insulto reconvertido en mera crítica se lo hace pasar por
algo meritorio, algo gracias a lo cual (y a la lógica que lleva implícita) se
consigue hacer virar el 15M hacia posiciones más radicales. Según el Nega,
gracias a gente como él que “no se ha rendido frente a esa cultura amorfa” del
15M, la bandera republicana se ha normalizado hoy dentro de las movilizaciones
del 15M.
No
estamos para nada de acuerdo con esto. Quizás el Nega se haya olvidado de que
el 15M lleva funcionando un año entero. Que sus asambleas han seguido
construyendo discurso, debatiendo. Probablemente el Nega no estuvo en las
asambleas generales de los pasados días 12-15M, donde los compañeros de
política a largo plazo expusieron el excelente trabajo que están realizando con
vistas a demostrar la continuidad del régimen actual con el franquista. Aquí se
trabajó verdaderamente por construir una subjetividad republicana, crítica con
el actual régimen. Las pataletas porque la población no se reconoce
espontáneamente en los símbolos que nos identifican no valen, ni valdrán,
nunca, para nada. La conciencia de clase no es algo espontáneo, hay que
construirla, hay que trabajar contra las corrientes de pensamiento dominante
que espontáneamente nos dominan. La conciencia de clase es, en todo caso,
efecto de las luchas, nunca su causa.
Eso
es hacer política, eso es actuar dentro del 15M, y bajo ningún concepto se
puede equiparar este trabajo a exabruptos que externamente se dirigen al 15M en
su totalidad en un vano intento de impugnarlo, ridiculizarlo, e incluso
humillarlo. Pero como decimos no nos preocupa el exabrupto en sí, sino su
lógica. La lógica de identificaciones que creó, los verdaderos efectos de ese comunicado convertido en público que
circuló por las redes sociales. La nueva respuesta del Nega, sigue, aunque con
mejor tono (lo cual agradecemos), en esta misma lógica.
Finalizamos ya. Uno no es comunista porque
se autodenomine así. Un comunista forma parte de la multitud (o de las masas,
si se prefiere) y de sus luchas
El comunismo no se identifica con
un partido, con unos líderes, con una ortodoxia; se identifica con la potencia
de las masas y sus esfuerzos de liberación. Pretender esencializar este concepto y convertirlo en atributo de tales o
cuales personas, de tal o cual partido, de tal o cual tradición o líder, es
robárselo al proletariado, que es al único al que pertenece. Y por proletariado entendemos no una forma
concreta del mismo, como pueda ser el obrero fordista, o el obrero parcial de
la manufactura, sino cualquier forma bajo
la que se presente la multitud expropiada y privada del libre acceso a los
comunes productivos. Hoy, el proletariado no es sólo ni principalmente el
proletariado fabril, sino un proletariado difuso cuya actividad productiva
cubre el conjunto de la vida social. No entender esto ha asegurado a la
izquierda el largo período de derrotas, de pasividad y de tristeza que hemos
conocido y que sólo ahora empezamos a superar.
Pero
sabemos bien a qué obedece la lógica desde la que se pretende fustigarnos.
Obedece a la ideología heredada del viejo bloque soviético en su etapa de
involución contrarrevolucionaria, el stalinismo. Como dice Marx, puede que el
Nega y los que piensan como él no lo sepan, pero lo hacen. Heredan un concepto
de comunismo que fue el resultado de su expropiación a las masas, para pasar a
convertirse en patrimonio de un aparato, de unos dirigentes, de una burocracia.
Pertenece a una lógica bajo la cual, todos lo que se opusiesen a esos
mecanismos de poder, eran declarados fácilmente “enemigos”, según la más pura
lógica fascista Schmittiana.
No
te preocupes Nega, no temblamos. El día improbable en que tú y los tuyos toméis
el poder y decidáis mandar a todos los universitarios al GULAG, como parece
deducirse de la tesis VIII de tu comunicado, sabremos que “la vieja mierda” de
que hablan Marx y Engels en la Ideología Alemana habrá vuelto, y no nos quedará
otra cosa que ofrecer sino resistencia, tal y como hacemos ahora. Y no sólo
desde la universidad, que por cierto está dominada por viejos y arcanos
dogmáticos, sino también desde nuestros trabajos, desde nuestras plazas y
calles, en todas nuestras relaciones (Somos dogmatofóbicos)
Mientras
tanto seguiremos en las plazas y en las calles, sumidos en la multitud para
transformarnos con ella, para radicalizarnos con ella, para algún día acabar
con toda forma de poder separado. Sólo entonces podremos decir que somos verdaderos
comunistas; hasta entonces, únicamente, lo habremos estado intentando.
Damos así por terminado este
intercambio. No creemos
que sea útil proseguirlo. En una de sus cartas, Spinoza se despedía así de Hugo
Boxel, su interlocutor que creía en los fantasmas y « probaba » la
existencia de éstos por la filosofía escolástica: “Lamento, muy honrado Señor,
haber sido más prolijo de lo que había deseado y no quiero importunaros más con
estas cosas que sé bien que no me concederéis, al partir de principios muy
alejados de los míos”. Hoy otras supersticiones y fantasmas merecen la misma
respuesta.
Vale.
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