El 15M de 2011 hubo una reacción espontánea y generalizada de indignación popular que expresaba mediante acciones de ocupación de plazas su rechazo y no reconocimiento de las instituciones constituidas que se arrogan la soberanía política. Fue un movimiento incontenible de una multitud aprisionada por los canales de neutralización y apropiación de lo político al servicio de las clases oligárquicas dominantes herederas del franquismo. Su mayor virtud fue la politización de amplias capas de la población y la generación de un discurso hegemónico que desplazaba el antagonismo político del espacio-espectáculo de la representación política tradicional hacia el poder constituyente y creativo en las calles. El 15M fue el comienzo de la creación de espacios autónomos para la reflexión, reconocimiento, y acción políticas, más allá de los aparatos de gestión del sometimiento y la separación que antes atrapaban todas las miradas, todos los intereses, y neutralizaban todas las acciones de las masas.
Pero el 15M no debe fetichizarse. Muchas asambleas del 15M han continuado, mal que bien, con bastantes menos asistentes que al comienzo, y se perpetúan con discusiones que no van vinculadas a acciones prácticas directas. Realmente, el 15M ha cambiado de lugar, o mejor dicho, el espíritu que dio vida al 15M (la multitud libre que adopta sus propios canales de expresión y acción más allá de los poderes constituidos-cosificados) cambia de lugar, se metamorfosea, estableciendo un juego de contrapoderes que no se deja atrapar. Aunque el aniversario fuese menos numeroso, aunque las asambleas sean menos numerosas y se eternicen en discusiones que no desembocan en prácticas políticas contundentes, aunque en algunos casos se hayan convertido en un pequeño círculo de activistas-amigos sin proyección al exterior… el 15M existe más allá de ese pequeño ámbito de realidad que son las asambleas. Pues el 15M es un movimiento destituyente generalizado que como tal, no es cosificable ni adscribible a un lugar preciso y demarcado. El 15M trasciende toda cosificación o fetichización porque no es una cosa, sino una relación. Una relación de creación de contrapoder al dominio de clase, de desobediencia, de impugnación generalizada del sistema. Por eso, el 15M no sólo no ha muerto sino que ha crecido en fuerza y potencia, y lo ha hecho a través de las mareas, de la PAH, de las candidaturas locales populares, y sobre todo, crece cada día que pasa y menos gente se reconoce en los principales medios políticos, económicos, y mediáticos, que configuraban el reconocimiento de la mayoría de la población, y ya no se identifican con ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario